miércoles, 20 de agosto de 2014

Gorditas en Ezequiel Montes!!!

Qué tal mis bienaventurados carnales garnacheros, me complace saludarlos en estos días lluviosos y húmedos de la ciudad capital. Ya hacía algo de tiempito que había estado por última vez por estos lares tecleando para ustedes con los consejos de esos rincones placeros y callejeros de la entidad queretana donde se degustan los mejores manjares típicos.

Por ello y para esta ocasión les tenemos preparada una visita que recién hicimos de manera conjunta y por primera vez el Jonato y yo mero, producto de la recomendación de la carnala Avril Medina en este mismo medio. Debo anticipar que ha dado en el clavo al recomendar un buen lugar, qué digo buen lugar, magnífico lugar!!!

Se trata de las gorditas de guisos -sin nombre aparente- que se encuentran ubicados en la banqueta oriente de la calle Ezequiel Montes, casi esquina con la calle Mariano Escobedo.

Si ustedes se disponen a ir a ese sitio, deberán ingresar a la calle Ezequiel Montes desde su intersección con Avenida Universidad; seguirán la circulación en el mismo sentido de los vehículos y, justo antes de llegar a la calle de Mariano Escobedo, de su lado izquierdo verán a partir de las 19:30 horas aproximadamente, una lona color azul dispuesta no se si para cubrir de la lluvia o si es su elemento diario. Este puesto se instala todos los días a excepción de los sábados, desde hace ya mucho pero muchos años, según el dicho de la señorita Lupita que muy amablemente nos atendió y nos platicó algunos pormenores de tal sitio.


Nos indicó que ese lugar era atendido previamente por su señora madre desde hace aproximadamente 21 años y que ésta a su vez, había trabajado por más de 40 años con la anterior propietaria, quien al no poder continuar con la atención del sitio, dejó en manos de la señora madre de Lupita la labor de llevar hasta nuestros paladares tan ricos y exquisitos alimentos.

Ese lugar se encuentra dispuesto de forma por demás austera pero no por ello despreciable; con un comal calentado con carbón sobre el piso, una cubeta que contiene la masa, y una pequeña mesita sobre la cual se ponen los trastes con guisos y que en conjunto son un arcoíris multicolor y multisabor.


Como ya dije antes, en ese lugar fuimos atendidos por Lupita, quien se hacía acompañar de su hermano, la novia y la cuñada de éste y de quienes no supimos los nombres pero que ponían todo el esmero necesario para hacer de esa tarde-noche lluviosa, un oasis de sabores típicos y tradicionales. Uno habilitaba los chescos, otra echaba las gordas, la otra hacía lo propio mientras que nuestra anfitriona Lupita se encargaba de la cobradera. 


Como he mencionado, era una tarde lluviosa, torrencial diría yo pues a partir de que arribamos al lugar –aproximadamente 7:30 pm- y hasta que nos fuimos -9:00 pm- no sólo no dejó de llover sino que todo ese tiempo cayó de forma impresionante el aguacero. Tal vez eso fue lo que hizo que los únicos en el lugar fuéramos Jon y yo, pues poca gente se animó a salir por el diluvio que se dejó sentir ese día. Acaso un par de señoritas se acercaron a comprar sus gorditas desde su vehículo para estacionarse enfrente para comerlas. Nosotros no nos achicopalamos!!

Pero bien, no es éste el momento de hablar de cuestiones climatológicas, sino más bien de cuestiones comestibles.

Ya entrados en enjuagues y habiendo obtenido algo de información histórica, nos dispusimos a darle una escaneada a las cazuelas que se encontraban sobre la mesa, recibiendo información de parte de Lupita, quien cual guía de turista en museo nos llevó de la mano por el paradisiaco mundo de los guisos caseros (en este caso en la calle).

Así, nos mostró todos y cada uno de los platillos y que les describo a continuación:

Chicharrón en salsa, azadura, frijoles, carne deshebrada, huevo en salsa pasilla, guacamole, salsa, papas, el infaltable queso, rajas y nopalitos con jitomate. Todo aquello se veía simplemente exquisito sin embargo no podíamos adivinar lo que nos esperaba sino hasta que hicimos el primer pedido.



Yo me rifé una de chicharrón mientras que Jon se fue por una de azadura. Estas gorditas son de un tamaño más bien pequeño tirándole a mediano sin llegar a lo ínfimo, con un tamaño más que adecuado para evitar llenarse de forma rápida con una sola gordita. Eso a la vez permite comer más gorditas con otros ingredientes. En verdad que se agradece el tamaño.

El relleno que se hace con los ingredientes es también adecuado y basto, sin llegar a desbordar la gordita y tampoco sin dejar espacios interiores que permitan exclamar falta de ganas por parte de nuestros anfitriones. Por lo que pude ver, no se les adiciona ningún tipo de lubricante, aceite, grasa o manteca, así que pueden confiar en que estarán comiendo algo sano y que esa grasa no se irá a acumular a sus zonas sensibles.


Así, se fueron sucediendo los pedidos, la segunda con azadura de parte de Jon y para mi también; otra de frijoles con queso; otra más de nopales, vimos que no había quinto malo, ´amonos por la sexta, y cuando yo pensé que ya había llenado, todavía me rifé la séptima. El vasco se chutó todavía una octava, apelando a su buen estomago, todo ello acompañado de dos chescos cada uno de nosotros pa´l digestivo. Qué cosa más rica señores!!! El sabor de cada ingrediente se dejaba sentir en cada mordida. Vale la pena indicar que con tres mordidas prácticamente se terminaba la gorda. La masa era ligera, nada pesada, menos grasosa, y el sabor de los ingredientes era magistral.


Después de varios minutos, nos quedamos como en estado catatónico mientras sólo veíamos la lluvia caer y algunos valientes que desafiaban las inclemencias del tiempo y se daban su paseo como domingo en la alameda.

Llegó el momento de las conclusiones, por lo que tanto Jon como su carnal servidor aplaudimos la calidad de las gordas objeto de esta visita; preguntamos por el precio individual de cada una: $10.00, lo cual me pareció razonable dado el tamaño, sabor, limpieza, amabilidad de sus propietarios, ubicación, etc.

Ampliamente recomendables, estas gorditas son marcadas en nuestra lista de lugares para visitar con una sonrisa que nos invita a volver. En alguna ocasión que anden por esa zona (y aunque no anden por ahí) sírvanse pasar a darse una vuelta, saludar a Lupita y a pedir las que les entren con la seguridad de que no serán decepcionados. Al final, todo se reduce a gustos y podrá haber quienes opinen en contra pero, creo que lo que ha permitido que ese lugar exista ahí desde hace mucho, es precisamente la calidad. Agradezco en lo personal a la señoritaa Avril por su más que atinada recomendación.

En la siguiente entrega pretendo llevar para Ustedes algo sumamente exquisito que sólo de pensarlo ya se me hizo agua la boca: tacos de Don Chamorro!!!

Saludos a todos, on egin/buen provecho.

Beto y Jon





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